Camino despacio. Sólo hoy. Para rasgar la rutina. Quiero impregnarme del ambiente. Respirar sólo humedad y sentirme un poco humana. En el desván de mi mente, nombres de mil teóricos de la información luchan por la preponderancia contra una vieja canción de Janis Joplin. Gana ella. Puedo paladear la presión. Y me encanta. Dos días sin oler otra cosa que estos muros. Uno más hubiera bastado para enloquecerme. Bajo la mirada y me encuentro con la sorprendida cara de un anciano. Bajo su paraguas. Me mira como si se le hubiese aparecido un fantasma. Serán las ojeras. O mi habitual palidez. Moreno flexo. O que soy la única persona que sale a cuerpo bajo la lluvia. Me da igual. Que me mire él. Que me señalen los niños. Que las abuelas aprieten el bolso contra el pecho cuando paso a su lado. Mi apariencia no es sincera. Soy mucho mas peligrosa. Si me encendéis. Pero estoy en standby. Un mes. Obligadme a apretar el botón.