Te miro y se congela el minutero del reloj de pared. Ni sé ni sabes qué tiene tu voz que tanto me calma. Podría coser mil horas con el hilo de tu presencia. Y ni una sola estaría fuera de lugar. Tu caótico discurso pone en orden mi mundo. Y tu risa me suena a esa canción perfecta. La que no sé componer. Te distraes. Te observo como siempre. Como nunca. En una eterna primera impresión siempre positiva. Y miras la taza de café ignorando que tu ausencia crea transcursos carentes de sentido. Que mi equilibrio es el simple hecho de que existes. Que me conoces, sí. Y que aún no has salido huyendo.
Algunos sueños no quiebran. Se desgastan. O se ponen en standby. Y me vuelvo loca buscando el mando para reanudar su marcha. Siempre pierdo el mando. Ya lo sabes. Soy un desastre irremediable para encontrar las cosas que importan. A veces pienso en dejarlo. Instantes oscuros que nublan mi escasa visión positiva. Pero también conoces eso de mí. Rendición es una palabra que utilizo mucho. Y jamás pongo en práctica. Tengo las ganas. Tengo la fuerza. Sólo falta que Eolo se lleve las nubes. Y vea el camino de nuevo. No renuncies por mi estupidez. Quédate conmigo. Vamos a soñar un poco. Creamos que esto va a funcionar.
Yo tampoco tengo ni idea. Lo digo antes de que se te venga a la boca un ¿Por qué?. Y tenga por fuerza que quedar sin respuesta. Ya no me satisfacen los motivos. Puede ser definitivo. O una temporada. Tanta corriente adversa me ha enseñado a levantar los brazos. A dejarme llevar. Impulso y consecuencias. Asumir. Digerir. Ya no me lleno las manos de barro entre las causas. Mi última decisión meditada asesinó mi humanidad. Dando el segundo portazo de mi vida. Y no me apetece repetir. Compréndelo. Ahora que sé que no fue acertado. Que no sirvió a nadie. Que los motivos se quedan cojos ante el dolor. Que no lo justifican. Que me hacen más imbécil. Aún. Y que no apagan las ganas de girar sobre mis pasos. Echar a correr. Y gritar un lo siento que me rasgue las entrañas de dentro a afuera. A sabiendas de que eso... tampoco serviría de nada.